Mostrar lo extraña que es la normalidad

Entrevista con Philip Tagg
Guilherme Alencar de Pinto
Montevideo, 12 July, 2004
Published shortly after in La Brecha (Montevideo)

 

-¿Existe una definición positiva de música popular o música popular es simplemente la música que no es...

-...erudita o folclórica.

-Sí.

-No la tengo, en serio. La única razón porque la expresión "música popular" existe es porque hay un montón de prácticas musicales excluidas de las instituciones de educación musical. Hay que llamarla de algún modo. Podría ser "Fred" o "Doris" o "Guilherme" o "Philip" pero "música popular" fue la etiqueta que se adoptó. Un buen paralelo es el caso de la "Historia de Mujeres". Es absurdo, las mujeres son el 51% de la población mundial pero son generalmente excluidas del mundo universitario, entonces tenés lo que se llama Historia de Mujeres, para tenerlas en consideración. De igual manera tenemos que llamar ese afuera de la música, "algo", para tenerlo en consideración. Pero realmente, es sólo música, como cualquier otra. Y esas fronteras entre folclore, popular y erudito algunas veces pueden ser realmente falsas y son siempre muy fluidas.

-¿Hay algún denominador común de todo lo comprendido en el término "música popular"?

-Mayormente no. El único denominador común es que hasta hace poco estaba excluida. Pero hay algunas características, por ejemplo, el hecho de que en comparación con la tradición de música erudita europea no se suele escribir en notación musical. Pero hay algunas formas que sí se escriben, por ejemplo, canciones populares del período entre guerras, o músicas tocadas en Broadway, o música para películas. Pero no canciones pop. Otro posible conjunto de características es que se trata de músicas mayormente distribuidas en grabaciones o por medios masivos, antes que a través de partituras o en conciertos. Pero de nuevo hay excepciones aquí: si tenés gente cantando en un partido de fútbol o cantando ‘Que lo cumpla feliz’ no hay grabaciones pero todavía es música popular y no se estudia en el conservatorio. O sea, esta característica particular tampoco funciona al cien por cien.

-Como que el nombre "música" fue usurpado por un tipo particular.

-Sí. Siempre pensé que es un poco como en Sudáfrica durante el régimen del apartheid, cuando los únicos ciudadanos con plenos derechos eran los blancos: ellos eran los sudafricanos. La identidad de "ciudadano" fue usurpada por una minoría blanca en Sudáfrica y todos los demás tenían que llevar su carné de identificación especificando su etnicidad: batswana, kwazulu, xhosa o lo que sea. Es muy similar.

-¿Qué puede ser el significado de una pieza musical?

-Quizá lo más fácil es pensar en la música para cine. Digamos que estás asistiendo una película y ves a un hombre en la pantalla, de apariencia muy normal, sin efectos especiales de iluminación o de cámara. Y el hombre está leyendo una carta. Si la música es muy bonita, sin mostrar a la novia que él ama entendés que se trata de una carta de la novia, que están muy enamorados. Por otro lado, si la música suena extremadamente amenazante y peligrosa, sabés que son malas noticias. Y nada en la película nos dice lo que el hombre está leyendo. Por lo tanto, obviamente hay elementos en la música que nos instruyen, nos dicen, qué sentir, cómo interpretar la acción. Y evidentemente, si tenés letra, la música agrega una dimensión emocional y valorativa al texto.

-¿Por qué la existencia de un significado en la música tiene que ser defendida? ¿Cuál la utilidad del análisis musical?

-El ejemplo anterior, muy sencillo, sugiere claramente: la música comunica algo. En nuestra educación, cuando uno toma clases de música, aprende a hacer música, o simplemente escucha música y dice: "Esto es bonito u horrible o malo." Pero no se discute su sentido o sus significados sociales. En la escuela sí aprendemos a criticar textos o lo que un político dice, aprendemos a mirar avisos y pensar: "Ah, están intentando hacernos comprar." Esto no lo aprendemos a hacer con respecto a la música como si ella nos estuviera diciendo algo. La razón por la que no se discuten es muy larga y complicada y tiene que ver con la historia de las ideas en Europa. En otras culturas queda bien claro que la música comunica. En la etnomusicología los estudiosos tienen que explicar lo que la música significa porque no podemos entender intuitivamente, en una cultura ajena, porqué están haciendo este ruido y no aquél otro. Los libros de antropólogos como John Blacking o Steven Feld muestran claramente cómo pueblos de Sudáfrica entienden que ciertos instrumentos o ciertos sonidos están asociados a la felicidad o a la responsabilidad de la iniciación femenina, mientras que otros sonidos o instrumentos están asociados a casamientos o a funerales. En el caso de los Kaluli, estudiados por Feld, los ideales de comportamiento en su sociedad están asociados a pájaros y cascadas, y los pájaros y cascadas se representan de una manera muy estilizada en su música. Estas sociedades tienen una noción clara. Pero en nuestra cultura basada en Europa tenemos una separación de música y danza, por un lado, respecto a las palabras e incluso la representación visual, por otro lado. La utilidad del análisis musical es tratar de entender cómo toda la música que escuchamos cotidianamente —en promedio casi cuatro horas por día—, qué significa, qué es lo que nos comunica. También puede ayudar a los que hacen música a decidir por ellos mismos. Si sos conciente respecto a cómo exactamente crear una violencia muy romántica en música, podés decidir cambiar esa violencia, o podés decidir hacerla aun más romántica. O incluso, antes que nada, hay algo bien práctico: si sos músico, especialmente cuando las cosas van mal, cuando te falta inspiración, si son las cuatro de la madrugada y a las nueve tenés que entregar un yingle o una banda para una serial televisiva y sabés qué es lo que anda mal con lo que estás haciendo que no funciona, si podés analizar la música esto te puede ayudar a recrearlo o a crearlo mejor. Si no sos capaz de desconstruir o analizar lo que está ocurriendo te estás desamparando. Aunque, por otro lado, si analizás compulsivamente todo el tiempo, escuchando música o haciendo música, también te estás desamparando. Es algo que hay que saber prender y apagar, y lo prendés cuando algo sale mal. El noventa por ciento del tiempo que escucho música, no analizo, aunque mi trabajo es analizar música: me limito a disfrutarlo. Empiezo a analizar cuando no lo disfruto, porque me ahorra el problema de tener que odiarlo. Cuando, por ejemplo, estás viendo una película que muestra una relación amorosa y pensás: "Esto es horrible, una típica relación estadounidense claustrofóbica del tipo oh-cariño-te-amo." Y ellos van rumbo a un "final feliz" cuando lo que tendrían que hacer es divorciarse, que es lo que harías en tu vida. Pero la música te está diciendo: "Realmente querés tener esto, realmente te gusta esto, este es el tipo de relación plena de verdadero amor que todo el mundo quiere tener." ¡De ninguna manera, discrepo con estos violines!" O cuando tenés vaqueros e indios, y no hay nada en la película diciéndote cómo reaccionar con respecto a estos dos grupos de gente, pero tenés la música buena para los blancos y la música salvaje para los indios. "Un minuto: estos indios tienen la razón. ¿Qué hacen estos blancos en la tierra de los indios? Discrepo con estos tambores y con estos acordes de metales que están tornando esa gente en algo horrible cuando yo pienso que están en lo cierto.". Si no sos capaz de analizarlo, no es democrático.

-Normalmente los análisis musicales se hacen usando terminología específica, partituras, medios que no son accesibles al común de la gente. ¿Qué canales se podrían usar para llegar a esas personas y cumplir la función que acabás de describir?

-La manera más obvia de hacerlo sería en un tipo de educación escolar general sobre la comprensión de los medios masivos. Lo primero sería dejar que todo el que va a la escuela se dé cuenta de que es musicalmente competente. Habría que pasar música y preguntarles lo que esa música representa. Si es una pieza de música rap quizá la reconocerán como rap, van a visualizar gente con gorros de béisbol hacia atrás y pantalones baggy medio caídos. Si es música de películas quizá van a visualizar cowboys o patos o lo que sea. No sé lo que van a visualizar, pero habrá consistencia. La gente que integra una misma cultura tiene una consistencia de connotaciones sociales y sentimientos. La gente siempre se sorprende cuando hacés ese tipo de tests de recepción: se sorprenden de que sienten no propiamente lo mismo, pero algo similar: el mismo movimiento general o gesto o sentimiento, y es importantísimo valorizarlo, dejar que la gente se dé cuenta de que pertenece a una cultura en la que la música comunica y en la que tienen competencia. Cuando tenés esa confianza de que sí, todos visualizamos un cowboy o amor romántico feliz o amor romántico triste, entonces podés proceder a discutir cómo esos efectos son creados, qué hay en la música que te hace pensar que es un rap, o que representa una relación amorosa.

-¿Qué lugar tiene la autenticidad como juicio de valor?

-La autenticidad siempre es un juicio de valor: es lo verdadero, lo honesto, fiel a la vida. Pero la autenticidad corre el riesgo de tornarse un juicio de valor que no toma en consideración el hecho de que las cosas cambian. Lo que fue escuchado como claro en un momento particular puede tornarse un objeto de museo en otro. Ocurrió con el rocanrol: era absolutamente natural y normal y muy auténtico [+ for young, middle-class, white males living in North America, for example +] gritar y celebrar el cuerpo. Aquellos jóvenes iban al liceo, tenían bastante plata [en los Estados Unidos] y necesitaban algo para expresar sus sentimientos. Entonces Elvis Presley se torna un ícono de la celebración del cuerpo y del disfrute, lo cual es muy importante. Pero después de un rato esto ya era una especie de canon, se tornó un imperativo, antes que una libertad. Cuando las cosas se convierten en una compulsión también se tornan empaquetables, pueden ser reciclables como bienes de consumo, y así pasó con el rock. El propio Elvis se convirtió en una pieza de museo, lo cual lo alienó al punto de hacerlo morir por drogas. Entonces aquella autenticidad ya no era auténtica. Este es el problema con la autenticidad.

-Tus análisis suelen referirse a música "normal". ¿Qué papel podría cumplir un tipo de subversión que actuara en la música misma, una especie de boicot de la normalidad en la música popular?

-Algunas de las músicas que más disfruto hacen precisamente eso: subvierten la normalidad. Pienso que muchas veces la innovación en música está mal entendida. Yo argumentaría que "componer" quiere decir "poner junto", en el sentido de poner juntas cosas que ya existen. El problema es que en la academia de la vanguardia con frecuencia innovación se confunde con innovación técnica y no con innovación semiótica. Se supone que si usás sonidos que nunca se oyeron antes, esto sería innovación. Esto puede ser innovador, por supuesto, pero pienso que mucho de la originalidad e innovación en música se crea por el conocimiento intuitivo de valores y significados de música normal, subvertidos al poner estas cosas en órdenes diferentes o en diferentes combinaciones para que lo normal luzca extraño. Frank Zappa era un especialista en estas cosas. Mi ejemplo favorito de Zappa está en ‘You Are What You Is’*, donde se critica un hombre blanco que intenta ser muy negro —copado con el blues— y un hombre negro que está tratando de ser muy blanco, compra tacos de golf y vaqueros Jordache. El tipo que está tratando de ser muy negro parece una caricatura de música góspel convencional, con sus melismas extáticos, pero en vez de cantar cosas como "Oh yeah baby, wow", canta "post office" [oficina de correos] o "appropriate" [adecuado], palabras que simplemente no se espera con ese tipo de música. Es muy divertido, por supuesto, pero es también muy innovador, y esta manera de trabajar con la normalidad me parece fascinante. Porque la normalidad es la cosa más rara. He aquí porqué la estudio: porque es loca, la normalidad es extraña. Un gran músico, un músico creativo, puede mostrar lo extraña que es la normalidad.

Guilherme de Alencar Pinto

* En You Are What You Is, 1981.

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